La cineasta construye una trayectoria marcada por la sensibilidad estética y la ambición internacional
La actriz y directora brasileña Roxy Fernandez se ha consolidado como una de las voces emergentes del cine de autor contemporáneo. Miembro de la Academia Brasileña de Cine y votante del Premio Grande Otelo, la artista desarrolla una carrera impulsada por la inquietud estética y el compromiso con narrativas que combinan emoción, crítica social y un lenguaje poético.
Actualmente vive una etapa de expansión internacional, desarrollando Hurt, su primer cortometraje, actualmente en preproducción en Estados Unidos, mientras consolida su presencia en el panorama audiovisual brasileño.

Formada en Teatro, Televisión y Cine por la Escuela de Actores Wolf Maya, Roxy inició su carrera a una edad temprana, participando en cortos y mediometrajes del circuito independiente. En 2022 decidió orientar su camino hacia la dirección y el guion, encontrando en la imagen una forma de traducir emociones y cuestionar estructuras sociales. Su mirada se distingue por una estética autoral, que combina influencias del surrealismo y del cine europeo, inspirada en referentes como Buñuel, Godard y Angelina Jolie.
Su nueva etapa en Estados Unidos representa no solo una transición geográfica, sino también creativa. La directora apuesta por producciones íntimas que exploran la vulnerabilidad humana, especialmente desde la óptica femenina.
“El cine es un espejo de lo que creemos posible. Quiero crear películas que provoquen, sanen y transformen. Estoy dando los primeros pasos de un largo recorrido, pero sé que puedo construir algo significativo y, tal vez algún día, ser recordada entre las grandes artistas de nuestro tiempo”, afirma.

Datos recientes de la UNESCO revelan que solo el 24% de las películas producidas en el mundo son dirigidas por mujeres; en Brasil, la cifra es aún menor: alrededor del 19%, según datos de Ancine (2023). En una industria todavía dominada por hombres, el avance de cineastas como Roxy representa una renovación esencial para el cine brasileño y latinoamericano.
Entre críticos y profesionales del sector, la artista ya es considerada una promesa destacada por la originalidad de su lenguaje y la solidez de su formación. Su nombre comienza a resonar en festivales y mesas de debate, y su voz gana fuerza en un momento de reconfiguración de la industria, donde la diversidad y la sensibilidad se posicionan como caminos urgentes hacia el futuro.
Con valentía, coherencia y una mirada profunda sobre el ser humano, Roxy Fernandez se afirma como una artista en ascenso, capaz de transformar la experiencia en discurso y poner el cine al servicio de la emoción y la conciencia.
